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Qué supuso para mí darme cuenta con 40 años de que era autista

16/11/2023

Hace un año empecé a sospechar que era autista. Todo empezó por el diagnóstico de una de mis hijas.

Cuando me adentré, de forma obsesiva, en entender qué era eso del autismo, más allá del típico prejuicio que tenía, me empecé a dar cuenta de dos cosas diferentes:

  • el autismo es mucho más que un niño (varón), aislado y haciendo movimientos repetitivos
  • que yo misma tenía muchos de esos rasgos que describían cuando hablaban de un autista adulto. Y lo que era todavía más importante, los había tenido toda mi vida.

Cuando la gente se entera de que yo o mis hijas somos autistas, la reacción siempre suele ser de pena, o un intento (generalmente poco acertado) de intentar quitarle hierro al asunto.

El problema es el desconocimiento que existe sobre el autismo. Partiendo de la base de que la mayoría de las personas piensan que es una enfermedad mental. Y no. El autismo es una condición, NO ES UNA ENFERMEDAD.

A mí me gusta decir que es un cerebro distinto. Una forma diferente de procesar información. No es la manera normotípica de hacerlo, pero sí es tan válida como esta forma.

Índice

    El alivio de saber que eres autista

    El caso es que cuando me enteré de que era autista, fue un alivio. Un gran alivio. Durante toda mi vida he sospechado que algo me pasaba. Me veía muy diferente a los demás, y siempre traté de que no se notara, de esconderlo.

    Al recibir el diagnóstico, el alivio fue que no pasaba nada. Que no era tonta, ni defectuosa, sino que tenía un cerebro de blancos y negros. Muy bueno para muchas cosas, y muy malo para otras.

    Pero, ¿quién no tiene limitaciones?, ¿quién no tiene dificultades? Todos. Aunque es cierto que las nuestras, al no ser comprendidas socialmente, ni contar con adaptaciones, se hacen, en muchas ocasiones, gigantes intratables.

    Y para eso escribo este blog, y hago los vídeos de YouTube, para que llegue el día en que nuestras limitaciones y difultades sean mucho más sencillas.

    El diagnóstico llegó como una medicina. Una reconciliación conmigo misma. Un «basta ya, dejar de hacerte tanto daño y empieza a cuidarte». De ahí, que mucha gente me dijera que parecía más autista desde que lo sabía.

    Este comentario es curioso, porque se interpreta como que nos relajamos, que nos hacemos cómodos. Y no, nada de eso. Lo que ocurre es que dejamos de hacer esfuerzos descomunales para intentar ser como la mayoría de la gente. Cambiamos sí. Pero sólo nuestra actitud, nuestro comportamiento. En el fondo, somos la misma persona, pero que ya no lleva máscaras a diario.

    Esta idea va unida al tema de encajar. Es lo que intenta hacer constantemente un autista no regulado. Encajar, dejar de ser él mismo, para parecerse al resto. Y esto, es muy malo, y muy doloroso.

    Aprovecho este momento para decir que ningún autista debe dejar de serlo, debe actuar como lo haría un alista (persona no austista). Hay una creencia en algunos sectores de que el autismo se debe curar. Que debemos socializar, que debemos encajar en un grupo social. Y no, sólo debemos ser nosotros mismos. Y si eso supone relacionarnos socialmente con dos personas únicamente, bien está.

    La autoexigencia en el autismo

    Bien, volvamos al punto en que recibí mi diagnóstico.

    Dejé de autoexigirme. Y esto, realmente, está muy relacionado con lo que comentaba antes sobre la medicina del hecho de saber que soy autista.

    Cuando tú te das cuenta de que no encajas. De que eres muy diferente al resto, tienes dos opciones. O ser tú mismo y que te cuelguen la etiqueta del «rarito» o tratar por todos los medios de eliminar tus necesidades para imponer las que realmente son de otros.

    Yo opté por la segunda. Pero no por convinción propia, sino casi por imposición.

    Durante mucho tiempo intenté hacer ver a las personas de mi entorno que había algo. Que me pasaba algo. Realmente era un trabajo muy difícil, porque ni yo misma sabía a ciencia cierta qué ocurría.

    Bueno, y también había miedo, para qué te voy a mentir. Tenía miedo de constatar esa diferencia y que tuviese unas consecuencias muy negativas para mí. Así que las pocas veces que alguien se preocupó realmente por intentar entender porqué era diferente, hice lo que llevaba toda la vida haciendo: enmascaré mi condición.

    Y ahora que sé que soy autista, ¿qué?

    Pues creo que lo más importante es adaptarme a mi nueva-vieja condición. Nueva porque la acababa de descubrir, pero vieja porque realmente llevaba toda la vida conmigo, aunque la tenía encerrada en lo más profundo, sin posibilidad de salir.

    Y esto se hace creando nuevos sistemas, y nuevas rutinas que se adapten realmente a lo que yo necesito, y no a lo que se debe hacer o a lo que es común.

    Si eso implica reducir mis interacciones sociales, o quedar en un parque solitario en lugar de una cafetería en el centro de la ciudad, pues… es lo que haré.

    Implica también aprender a gestionar el tiempo para evitar la agnosia que tenemos los autistas y otras personas neurodivergentes. Por cierto, sobre este tema hablo en este vídeo de mi canal: 5 aplicaciones que mejoran mi día a día como autista.

    En definitiva, se trata de gobernar a mi cerebro, teniendo en cuenta sus peculiaridades y que no sea él quien me gobierne a mí.

    Entender qué es lo que necesito y permitirme la licencia de conseguirlo o ponerlo en práctica.

    Te pongo un ejemplo: la playa. Sólo de pensar en la playa me agoto: el sol, el calor, la gente, la arena, la sal…. pero parece que llega el verano y todos tenemos que ir a la playa, porque … bueno, ¡es verano!. Quizá no, quizá pueda permitirme no ir a la playa, quedarme en casa o quitarme el calor de otra forma.

    Es bueno ser consciente de mis debilidades sociales

    Como decía al principio, creo que el cerebro de un neurotípico es más de grises, en cambio, el nuestro, el de los autistas, es de blancos o negros. Ya lo decía antes, somos muy buenos en algunas cosas, pero tenemos algunas limitaciones. Y en mi opinión, ser conscientes de ellas, sólo hará que mejoren.

    Sí, tengo limitaciones en la intereacción social. Me cuesta entender la intención de las personas. El lenguaje no verbal no existe para mí. Y ser consciente de ello hace todo más sencillo, para mí y para los que me rodean.

    Para mí es más sencillo porque dejo de intentar interpretar cosas que no son, y me permito preguntar directamente para cerciorarme del sentido con el que se dicen las cosas.

    Y para los demás también es más sencillo, ya que no reciben un comportamiento fuera de lugar por mi parte. ¿Cuántas veces me habré enfadado por no haber entendido algo correctamente, y eso ha hecho que entre en conflicto con la otra persona?, o al revés, ¿cuántas veces se habrán enfadado conmigo porque he interpretado la conversación en un sentido opuesto?

    Potenciar mis fortalezas como autista

    Y por supuesto, de la misma forma que tengo en cuenta mis debilidades, también intento potenciar mis fortalezas.

    Una de ellas es la capacidad de procesar información y hacerla digerible, digamos. La capacidad de estudiar que tengo. Bien, pues si eso es así, y además, se me da bien comunicar, ¿por qué no la pongo en práctica y la potencio?

    Conclusiones

    En mi opinión, saber que eres autista, es sólo el comienzo de un viaje maravilloso al interior de tu cerebro, y que sólo puede traerte paz.

    Permítete ser como necesitas ser, permítete salir las imposiciones sociales. Están pensadas por y para personas que no tienen el cerebro como tú y como yo, así que quizá no debamos darles tanta importancia y espacio en nuestra vida.

    Esto es lo que a mí me ha traído el autismo. Si tú también eres autista, si tú eres una persona neurotípica o neurodivergente, pero no eres autista y convives con una persona autista, déjame tus comentarios. Cuéntame cómo es para ti convivir con una persona autista.

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