
Una vez más, estoy casi segura de que la respuesta será “muchísimas veces”, “muchas”, con suerte “alguna vez”.
Y es que sí, creo que todas las personas que hemos recibido un diagnóstico de autismo tardío hemos sentido que el problema era nuestro, y por más que nos esforzábamos, el problema seguía estando ahí.
Hemos aguantado a gente que nos hacía daño, porque desde pequeños nos enseñaron que los que estábamos mal éramos nosotros, así que eso solo corroboraba lo que ya habíamos aprendido.

Vale, ahora que estás aquí, si no tienes tu diagnóstico, al menos tendrás una sospecha, así que al menos ya tienes la certeza de que no siempre habrás sido tú el problema.
Ojo aquí, porque el hecho de haber sido las víctimas durante mucho tiempo no nos da derecho a ser verdugos. Quizá es algo que sale de esa necesidad no reflexionada de reparación del daño. Y quizá, también por eso, hay muchas personas autistas que han desarrollado un trastorno narcisista.
¿Y ahora qué?
Ya sabemos que hemos aguantado cosas que no deberíamos haber aguantado, pero ahora, ¿qué hacemos?
Pues creo que hay varias fases por las que podemos pasar, y cada persona estará en cada una de esas fases un tiempo. Veamos las fases que, en mi opinión, surgen aquí:
Fase de curación
Cuando tienes una herida abierta, lo primero es curarla, ¿verdad? Pues aquí ocurre lo mismo. Es momento de cuidarnos, de protegernos, de recogernos en la cueva y pasar el dolor. Cuidado aquí porque en esta fase podemos pasar de ser víctimas a ser verdugos, contra otra persona, sea o no la que ha infligido el daño, o contra nosotros mismos, con pensamientos del tipo:
Soy imbécil, porque me he dejado engañar….
Lo he hecho fatal porque me han hecho daño por mi culpa
Bueno, aquí puedes poner tu propia frase si te ha ocurrido. El caso es que ese tipo de pensamiento sólo nos hunde más en la fase de curación, porque además de tener que curar las heridas que nos hizo el otro, ahora tenemos que curar las que nos hacemos nosotros mismos.

Creo que esta idea es la que me ayuda mucho a mí en esta fase: “hice lo que pude con las herramientas que tenía en ese momento” Y como ahora tenemos otra información, y otras herramientas, es momento de usarlas.
Fase de sanación
Para mí no es lo mismo que la curación. La sanación es mucho más profunda, no se refiere a heridas superficiales, que son las que se curan en la fase anterior.
Ahora es otro punto, sabemos que nos han hecho daño, nos hemos recuperado físicamente de ese daño, podemos volver a hacer vida normal, pero todavía no hemos creado los escudos para que no nos vuelva a ocurrir. Y eso es lo que hacemos en esta fase.
Crear los escudos.
Como en la fase anterior, debemos tener cuidado pues si esos escudos son impermeables llegamos a una situación de sobreprotección, que tampoco es buena.
Me han hecho tanto daño que ahora no dejo pasar a nadie.

Y eso tampoco es bueno porque volvemos al punto de partida. Volvemos a crear una herida, distinta, pero herida al fin y al cabo.
Entonces, ¿qué hacer en esta fase?
A mí me gusta analizar. No tanto a la otra persona, porque al fin y al cabo también tiene sus propios fantasmas, sino cómo he reaccionado yo, qué es lo que he hecho yo, y lo que es más importante, qué he desoído yo.
Hace muchos años, tuve una psicóloga que me ayudó mucho. Creo que de todos los psicólogos con los que he estado, ha sido la que más me ha ayudado.
Lo curioso es que ella no está especializada en autismo, y en aquella época, ni se lo planteó. Pero ella entendía una cosa: no había tenido un trato humano, y era lo que necesitaba. También entendía que me costaba acceder a alguna información que a los demás les viene de forma natural. Así que siempre me decía lo siguiente:
Nuria, cuando dudes, escucha a tu cuerpo. Él sabe lo que tienes que hacer.
Y qué razón tenía. En ese proceso de análisis que te comentaba antes, he descubierto que mi cuerpo siempre me ha mandado señales que no he sabido escuchar, quizá porque era una más de los millones que me enviaba antes del diagnóstico y de cuidarme de los estímulos que me molestan.
A veces venían en forma de malestar en la barriga, a veces me sonaba el cuello de la tensión que había acumulado en las cervicales. Otras veces era simplemente la necesidad de irme de ese sitio. Incluso, otras veces ni siquiera era capaz de escuchar todas las alarmas, pero cuando por cualquier otro motivo salía de ese entorno que me hacía daño, sentía un alivio tremendo. En muchas ocasiones sentía físicamente como si me hubiera quitado una mochila que pesaba toneladas.

Todas estas son las señales que me enviaba mi cuerpo para decirme que eso no estaba bien. No sabía definir qué era lo que no estaba bien, pero en esa situación había algo que debía evitar.
Y este es el proceso de sanación. Descubrir cuáles son nuestros patrones en las relaciones, qué es lo que nos decimos a nosotros mismos y cómo desoímos las señales que nuestro cuerpo, y posiblemente nuestra mente, nos envían.
Es un momento de autocompasión. De cuidado personal. De entender, sin juzgar nuestra fragilidad. De querernos y aceptarnos como somos.
Fase de acción
Una vez que hemos pasado a la fase de sanación y hayamos analizado algunas de las relaciones, poco a poco iremos descubriendo patrones. Para nosotros eso es fácil.
Y si no lo es, te recomiendo que lo escribas. De verdad, no sabes el poder que tiene la escritura. A mano mano y en papel y boli, a ser posible. Saca todo lo que tengas dentro, y cuando puedas, vuelve a leerlo. Mejor si ha pasado un tiempo.
El caso es que el hecho de haber detectado alguno de esos patrones hará que automáticamente, los descubramos durante otras relaciones. Algo que ya se ha visto una vez es mucho más fácil de identificar que algo que no se ha visto nunca.
Y cuando lo tengamos identificado es momento de retirarnos. Aquí empieza esta fase de acción. Necesitamos procesar la información de una forma mucho más profunda. Por eso, a veces no descubrimos lo que realmente quería decir o hacer la otra persona hasta que no ha pasado un rato, unos días o incluso meses.
En el momento no podemos procesar tanta información, porque nuestro cerebro necesita mucho detalle para comprender.

¿Qué hacer?
Salir de escena. Digamos que la cosa sería así:
- Estamos con una persona
- Detectamos un patrón de alerta
- Limitamos el nivel de implicación con esa persona al máximo
- Nos alejamos de la persona (físicamente, y si no podemos, ponemos cualquier excusa para extinguir la comunicación).
- Dejamos que nuestro cerebro, que es experto en rumiar, haga su trabajo. Muchas veces nos quejamos de esta costumbre que tiene, pero… gracias por rumiar, nos ayudas mucho a detectar cosas que no detectamos a simple vista.
- Sacamos conclusiones de la fase de rumiación
- Si no era por la persona, podemos seguir con ella
- Si era por la persona, debemos limitar o eliminar el contacto con ella
Y aquí vuelvo otra vez al punto anterior. Escribir. Escribir me salvó la vida en mi época más dura, y no solo eso, sino que me ayudó a entender cómo me comportaba yo y cómo lo hacían los demás.
Esto que te escribo no pretende ser ningún sustituto de una terapia psicológica. Pero creo que es algo que me ha ayudado mucho y quería compartirlo contigo.